lunes, 19 de marzo de 2012

De un biker...

La Coscollada ( 3ª parte )

      Si el viento me diera de espalda seria más fácil.Realmente me da de costado, y hay momentos en los que desearía bajarme de la bici. Ensordecedor el aire y para colmo estoy notando un ligero hormigueo en el pie izquierdo.
-¡Estas malditas botas me están matando!-le dije a mi mujer un día.
-Con la próxima paga me compro unas nuevas-.
-Si y yo no puedo ir a la peluquería ni hacerme las uñas por que es un dinero tirado-contestó mi esposa-.
-Pero si vas a estar igual que siempre, de que me sirve tener una mujer tuneada si luego no puedo disfrutar de ella-le respondí-.
Aquella noche dormí en el sofá, era predecible. Mujer y bici son incompatibles.

-A veces pienso que quieres más a la bici que a mí, ¡grosero!-sollozaba mientras me miraba con los ojos que se le salían de las órbitas-.
-Pero si siempre estás igual,¡para que coño trabajo!  Me levanto a las seis de la mañana todos los días y llego a las seis de la tarde. No voy al bar. Ni a un gimnasio Para un capricho que me quiero dar, nunca le encuentras la punta a nada-ya ofuscado por la conversación-.

-Encima me hechas en cara lo del gimnasio, no voy tanto con mis amigas porque me canso mucho y luego tengo agujetas-me chillaba ahora-.
-Pero que agujetas, si caminas quinientos metros y ya estás deseando tomarte un refresco porque tienes sed. La madre que me parió, que razón tenía-ya me estaba alterando.

-¡Si, la madre que te parió! ¡Podía haber cerrado las piernas!-exclamó ella.
-¡A mi madre no la metas!-le repliqué.

-¡Pero si la has metido tu en la conversación!-llorando con más fuerza.
-Mira sabes que te digo: ¡Que me voy con la bici!-afirmé-.

Y me fuí. Aquel día pinché dos veces, me enganché con una zarza y casi me abro la cabeza con una rama. Para más inri tuve que volver a pie porque no llevaba parches para la segunda cámara.

      La verdad cuando te aficionas a la bici, cualquier preparativo es poco. Te vuelves más exigente. Ya que vas a sufrir al menos con gracia y estilo. Unas buenas botas, un buen mallot. Un culotte con badana de gel resistente. Un casco acorde a mi cabezón. Unos guantes, con los dedos cortaditos para el verano, y otros cerrados para el frío. Las gafas, como no elemento fundamental. Un cardiofrecuencímetro. Un GPS. Una Camelbak. Las barritas energéticas, algo de fruta. Una herramienta de estas múltiples, que ya no se ni como se llaman, con tronchacadenas claro está, la cámara de repuesto, los parches, el hinchador.
Que si las llaves, el monedero.
¡Pero si parecemos que vamos a la guerra! Hombre realmente cuando regresas a casa, dependiendo de como ha sido la etapa ( imaginaros un día de lluvia y barro, y algún que otro arañazo sanguinolento ) lo parece.

      Cuando atrevesé la carretera de la Vallensana ya eran las 19:45 p.m. Ya se estaba haciendo tarde y me quedaba el peor tramo hasta la Coscollada. El tramo hasta la Font de l'Amigó bien, a un ritmo constante y me quedaban tres piñones, ¡increíble!
Pero cuando empezé el último tramo, ese desnivel horrible que te hace poner el pecho casi en la potencia, noté mucha arena en el recorrido. Comenzó a relliscar la rueda trasera. Si levantaba el culo del sillín perdía tracción, y si apartaba el pecho del manillar no podía casi ni pedalear. Bajé otro piñón. Ya solo me quedaban dos. Note cierta ligereza y continué pedaleando. Mucho mejor.
Había entrado con una relación demasiado alta para mis piernas. A la mitad de la cuesta, antes de llegar a una pequeña curva hacia la derecha, me encuentro un chaval de unos ocho años bajado de la bici, y la madre al lado con otra bici.

-Va Toni, ¡tu pots!-decía la madre-.
-¡Que no mama, que no! ¡Que no veus que no porto marxas!-exclamaba el pequeño.
¡La Virgen!-pensé-.
Había subido casi toda la Coscollada el chaval, con un solo plato delantero y un piñón. Y yo llevaba veintisiete marchas y solo me quedaban dos piñones, y ya estaba deseando bajar otro.
-Pensé para mí-Señora, comprele al chaval una bici en condiciones y no hay quién lo pare ¡que bárbaro el tio!
Este tramo tiene una distancia de 445 mts de longitud con un desnivel de 70 metros. Una pendiente 10'5%. Para quitarle las ganas a cualquiera.
Cuando los rebasé, pensé que todavía me queda mucho por hacer, esfuerzo, entrenamiento y mucha dosis de voluntad, sobretodo en invierno. En este tramo con el frío y a horas tempranas del día, en la bajada puedes llegar a una sensación térmica de -1º a -3º e incluso a más.
Me llené de moral, y pedaleé más fuertemente. ¿Como un chaval de ocho años podía tanto y yo no?
Cuando se acaba este tramo viene un descansillo, que luego se convierte en una subida en curva hacia la izquierda, para ya encarar después de otro llano la última subida antes del famoso vigía. Último trago al bidón antes de llegar a la cuesta del 16'5%. Menos mal que son solo 120 metros.
Llegas al vigía y la vista es gratificante, se puede ver todo el litoral desde El Masnou hasta Montjuïc. Luego el Tibidabo, Collserola. Montserrat al fondo, todo el Vallés hasta las montañas del Parc de Sant Llorenç de Munt i l'Obac, després puedes divisar el Montseny. Espectacular, digno de admirar.
La Coscollada, el descanso del guerrero, me como una barrita, una pitxadeta es decir pipiziño o pis, y vuelta a casa.